¿Qué tienes en los ojos, madre,
que no me deja ver?
Temprano partiremos
hacia la cara picada de la luna:
como ellas hicieron hace siglos,
así nosotros hoy.
¿Amaneció nublado, madre,
o es la noche todavía?
Euforia en dos tiempos,
vientos de 15 nudos al sureste.
No hay ruta posible de vuelta a casa.
No es que no me acuerde, madre,
es que no lo puedo olvidar:
las tres costillas,
los tres surcos que ahogan mi pecho,
las huellas urgentes del Buen Artesano
en el barro primero.
Llévame contigo, madre,
vámonos lejos de aquí:
nos espera ahí afuera el mar abierto.