Con todo,
un perro duerme a mis pies,
un ángel me guarda las espaldas.
Mis amigos
(William November y el resto)
están de mi lado
y el océano me llega a los tobillos
y puedes irte
a la otra punta del mundo
que nunca llegarás
tan lejos
como yo he llegado:
ni siquiera me hace falta
una guitarra
para romperte el corazón.